UN FUTURO DIFERENTE
Desde su
cómodo escritorio, sobre el que había amontonados cientos de documentos de
estudios e investigaciones y diferentes maquetas anatómicas, el más reputado
arqueólogo de la comunidad miraba fijamente la puerta de su despacho. Había
sentido como alguien se aproximaba con prisa gracias a las vibraciones
producidas por sus pesados pero ágiles pasos. Ya sabía quién era, su ritmo
propio le delataba. La puerta se abrió, era su ayudante de laboratorio, cuya
cabeza ya asomaba a través del marco.
—Profesor,
tenemos un nuevo espécimen. Es el más grande que hemos conseguido hasta la
fecha, el más antiguo de todos y el más completo, creemos que puede ser un
adulto —Parecía nervioso, las altas expectativas ante el nuevo caso que se
presentaba se transmitía a través de los rápidos movimientos de sus ojos, los
cuales brillaban y reflejaban la luz blanca procedente del alógeno del techo.
—Excelente,
—contestó a su irrumpiente visitante mostrando una tranquilidad absoluta— avisa
al resto del equipo, quiero todo preparado para dentro de dos horas —a
continuación el ayudante desapareció en un abrir y cerrar de ojos dando un
ligero portazo y disminuyendo el sonido de sus pesadas zancadas a medida que se
alejaba.
El
profesor se levantó de su asiento y caminó lentamente hacia la ventana más
próxima, la cual daba al patio exterior, donde varios grupos de estudiantes
paseaban y almorzaban por el borde del claro en el que se situaba el gran
centro de investigación estatal. La espesura del bosque tropical que lo rodeaba
no le dejaba ver más allá.
Exhaló
profundamente, empañando al instante el cristal.
—Espero
que avancemos algo esta vez. No sabéis la suerte que habéis tenido—dijo esta
vez dirigiéndose a los lejanos estudiantes que evidentemente no oían el
mensaje— esto marcará un antes y un después en nuestra historia.
A
continuación, cogió su maletín de herramientas y salió de su despacho.
En dos
horas ya viajaba con todo el equipo de estudio hacia donde había sido
descubierto el sujeto en cuestión. No era la primera vez que efectuaba estas
salidas, últimamente se había convertido en casi una rutina, quería ser el
responsable de todos y cada uno de los descubrimientos. Desde que había
aparecido el primero, todos los cimientos sobre los que se asentaban cada uno
de los estudios realizados por los más importantes y eminentes científicos
sobre el origen de la especie a lo largo de la historia, se tambaleaban,
pareciendo propiciar un derrumbamiento colosal.
—¿Qué te
parece saber, que antes de nosotros hubo otra especie dominando nuestro
planeta? —preguntó uno de sus compañeros de equipo mientras avanzaban en el
autobús rumbo al yacimiento.
—Pues no
me parece ni bien ni mal. Pero sé que a más de uno de los que van a estar
presentes en la futura convención le molestará no haber sido desde el inicio de
todo el centro del “universo”. Somos una especia muy orgullosa —contestó
mientras observaba a través de la ventana las diferentes granjas de animales
que había por aquella zona. —Y tú, ¿quieres apartar tu asquerosa extremidad de
mi pierna? Me estás incomodando agitándola tanto—recriminó elevando la voz al
compañero del lado opuesto.
—Y
también parece que una especie agresiva —pensó éste al recibir tal grito.
De repente un hormigueo en el estómago
reflejó una ligera sensación de hambre en el reputado arqueólogo, lo cual lo
puso un poco nervioso.
Al
aparecer el segundo sol, habiéndose escondido ya el primero, habían dejado al
aire libre los restos fosilizados del tan emocionante espécimen.
—Bueno,
pues aquí lo tenéis. Como ya habían confirmado anteriormente, se trata de un
adulto. Si os fijáis bien, os daréis cuenta de que es un macho, la disposición
de la pelvis lo delatan. —Mientras iba explicando al resto del equipo y a
algunos alumnos que también habían ido como parte de las clases, apartaba los
restos de arena y polvo, examinando con detenimiento cada una de las partes. —Mide
exactamente un metro y setenta y ocho centímetros —confirmó tras estirar
cuidadosamente la cinta métrica que siempre llevaba consigo al lado del
esqueleto fosilizado.
—Lástima
que le falte una de las extremidades inferiores —dijo una voz de las tantas que
observaban.
—Da
igual, da igual, lo importante es que tenemos el cráneo completo. Y con su
dentadura al parecer —decía mientras se acercaba lentamente hacia esa parte del
fósil. Parece increíble que se haya conservado tan bien durante, ¿Cuánto
tiempo? —se giró para preguntar con total calma a aquel al que había gritado
antes.
—Ciento
cuarenta millones de años.
—Magnifico.
—Parece
que aquél meteorito que se estrelló poco después nos ha dejado varias sorpresas
enterradas.
—Ni que
lo digas, hay que seguir buscando. Parece que el mayor conocimiento está bajo
tierra y no sobre nuestras cabezas. En el pasado y no el futuro.
De
regreso al centro de investigación sacó de su cartera un dibujo que había
realizado de joven, siempre fue un gran dibujante, representaba como habían
sido sus antepasados hacía miles de años. Lo observaba cada vez que podía,
recordando la pasión que sentía por su trabajo. Siempre le gustó descubrir el
pasado y desenterrar los secretos del mundo. Y hoy lo había vuelto a hacer.
Excelente! Me encantó tu relato.
ResponderEliminarMuchas gracias Verónica por comentar. Un saludo.
EliminarBuen relato, un giro a nuestra especie, que nos deja extinguidos paa dar paso a la siguiente.
ResponderEliminarUn besazo.
Agradezco mucho tu comentario. Quizá ese giro no tarde mucho en llegar, quien sabe... jeje
ResponderEliminarOtro besazo para ti María ;)