domingo, 29 de junio de 2014

El Último

EL ÚLTIMO


Corro sin parar a través de un bosque denso. No para de llover. Entre barro y agua avanzo incansable, esquivando ramas, saltando rocas y cruzando pequeños riachuelos escondidos entre arbustos, fosas y largos barrancos. Solo oigo mi respiración marcando el ritmo de mis pasos. Los truenos no me asustan, el viento me lleva, nada me detiene. La naturaleza es mi aliada, alimenta los latidos de mi corazón, cada vez más fuerte, reclamando venganza a viva voz.

El camino es largo, las condiciones son duras, pero no me rindo. El fuego me lo dijo, aguantaré hasta la extenuación, llegaré hasta el final. Mis antepasados me observan desde las estrellas, mis enemigos me esperan ansiosos. Mía será la victoria, pero aún no.

Sigo corriendo, en bajada aumento la velocidad, la vegetación antes erguida vigorosa cede ante mi paso firme. Pero algo me detiene. Unos ojos de pantera penetran en mi alma y me paralizan. Un rayo ilumina la escasa distancia que nos separa. Aquel extraño animal avanza lentamente hundiendo sus pesadas patas con energía en la tierra negra del bosque, dejando tras de sí gigantescas huellas llenándose de agua al instante. Aquella imagen me cautiva y me da esperanzas. Un rugido al unísono del trueno me devuelven a la realidad. El guardián del bosque me da su permiso y me abre la puerta. La sonrisa de la confianza aflora y arranco otra vez en carrera cortando la cortina de agua que riega el mundo. Mi mundo. Ahora en peligro.

Ya no corro solo, brevemente tengo compañía, la cual me garantiza un noble motivo, una causa justificada de mi presencia y de mi misión. Una razón de vida, una razón de muerte.

Llego a la frontera, la espesura del bosque queda tras de mí. El guardián vuelve a su guarida sin antes contemplarme por última vez. Camino lento observando todo a mí alrededor. Recuperándome del esfuerzo, recordando antaño los días de gloria ahora marchitados por lo que observo.

La ira aumenta, pero el control es mayor, pues sé la responsabilidad que tengo y el poder que ahora poseo. Mi naturaleza salvaje me dicta el sentir de mi corazón y el de todos los demás que dejé atrás.
Seré leyenda y seré eterno, pues mi historia empieza y acaba hoy, aquí, en este lugar.

Cruzando la frontera
Consciente...
Soy el último.

No me rendiré.

lunes, 16 de junio de 2014

Bienvenido

“Bienvenido”

Primer Recuerdo: 


Poco pude ver a través de la venda. Alguien desconocido me guiaba en el recorrido de los largos pasillos e incontables escaleras que integraban ese lugar, laberíntico a mi parecer. Siempre hacia abajo, sin retorno. El extremo silencio que reinaba solo era interrumpido por mi entrecortada respiración y el eco de mis temblorosos pasos que me llevaban sin remedio hacia un destino desconocido, pero desafiante.

Al cabo de un rato que no supe medir nos detuvimos. La venda se aflojó y cayó al suelo. La oscuridad aún predominaba, pero pude distinguir ante mí una puerta de metal, que al estar entreabierta, dejaba escapar algo de luz del interior. Me giré, pero ya no había nadie, quien quiera que fuera, se esfumó como un fantasma entre la intensa oscuridad que ocultaba el camino recorrido hasta ese paso final. Sin pensármelo dos veces, empujé la puerta para ver que se escondía tras ella.


La sala de mis creaciones
Una ligera corriente me dio la bienvenida


Una mesa y un ordenador, eso es todo lo que encontré. Una sala extremadamente pequeña, fría y húmeda. Las paredes de hormigón no ofrecían un ambiente demasiado acogedor, solo el flexo que iluminaba mi próximo lugar de trabajo me tranquilizaba de cierta manera.

Al instante en el que dí mi primer paso dentro de esa “celda”, la puerta se cerró tras de mí sobresaltándome con un fuerte portazo. Ya no había marcha atrás, sabía a lo que venía, así que con decisión fui a sentarme en la silla para empezar cuanto antes con mi tarea.

En la mesa, una nota escrita a mano cuya letra me era extrañamente familiar.

“BIENVENIDO”